domingo, 5 de abril de 2015

UN SUEÑO

POESÍA Y PROSA VARIA
(De Agustín Fernández Virto)

Foto: María Figueras 


Eras la Tierra
y yo aire transparente,
invisible...
Envolvía la sierra;
besaba su pendiente
apacible...
Seguía 
tu movimiento;
gozaba tu día, 
mordían tus noches 
en mi firmamento
con lloros
de plateados broches,
incrustados
como poros en el azúl.
Eras vaporoso tul.
Flotabas para mí
ideal,
majestuosa...
y nunca te descubrí
que me rasgó tu coral 
una llaga dolorosa.
Eras rosa
codiciada,
que deja
las caricias de tu olor,
y yo fui
cual delicada abeja,
que loca por tu color,
revoloteaba inquieta
sin posar en tu corola,
Fui víctima que respeta 
al tirano que la inmola
en un feliz sacrificio.
Eran tus labios el quicio 
que detenía mi paso;
era tu candor el vaso
del remedio contra el vicio.
Tu alma fue el ataúd
donde yacían mis restos
admirando tu virtud;
fue tu cuerpo la salud
y fueron hielo tus gestos.
Era dupla tu coraza de acero,
orgullo de nuestra raza
y del forjador ibero.
Tu reír,
lo mismo que los arpegios
de la música divina,
y me sentía morir,
entre dulces sortilegios,
en mortaja vespertina.
Eras el eje mundial;
el Herodes de Belén;
eras el Árbol del Mal
con el fruto de mi bien.
Estabas en todas partes,
serena;
por encima de las artes,
de gracia llena;
con sonrisas de Gioconda
y pureza de Murillo;
la mirada honda,
de celeste brillo.
Eras polimorfo dios,
intangible,
omnipotente...;
amor invisible,
que forjó la mente.
Eras un vergel de Mayo
en tormenta de cabellos 
y tenían sus destellos 
los resplandores del rayo.
Coronabas rascacielos
y sostenías los cielos
cual cariátide plateada,
y tu paso producía
volcanes de simpatía
y murmullo de cascada.
Eras un ser sobrehumano
con tributos divinos
y regías con tu mano
el imperio soberano
de terrenales destinos.
Llenabas los espacios
infinitos...
Eran topacios
los de tu boca sangrante;
eran soles de Levante,
dos oasis del Sahara,
los dos soles de tu cara,
entre visiones de Dante.
Eras la fe
del cristiano...
Eras Salomé
con su trofeo en la mano...
Eras Judit y Dalila
con redes de telarañas...
Era Atila,
arrastrando las montañas.
Eran tus negras pestañas 
de mantones de Manila
suaves caireles,
y tus cejas dos pinceles
de los artistas querubes,
pintores de Inmaculadas,
incrustadas en las nubes.
Tu voz callaba los trinos
del canoro ruiseñor;
tus dedos albastrinos
abrigaban el calor
de mil Vulcanos,
y tus manos,
de española dama,
eran tiernas...
de algodón en rama.
Eran columnas tus piernas
en el templo de Cupido,
donde me había dormido.
...................................
...................................
¿Idolatría....?
¿Sueño....?
Al llegar el día,
me vi tan pequeño
y te vi tan colosal,
que estando despierto creo
en la existencia real
del divino pedestal
donde te puso Morfeo.
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(Del libro "POESÍA Y PROSA VARIA" que encuadernó mi padre en sus últimos años para cada uno de sus seis hijos. Quitando sus escritos de investigación y de arte, sus poesías y poemas, la mayoría,
dormían entre sus viejos papeles sin haber sido publicados nunca. Este "SUEÑO" lo despierto después de tantos años, en su recuerdo.)
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miércoles, 1 de abril de 2015

"EL TIEMPO"

Si no puedes con tu enemigo, "únete a él".
( "El arte de la Gerra" : Sun Tzu )



Como no vivo de la poesía, me puedo permitir estos caprichillos de neófito en el tema.

Era batalla perdida
la que contigo empecé,
era batalla perdida
aunque yo no lo sabía.


Antaño lento pasabas
cuando yo prisa tenía,
a mi la sangre me hervía
tu marcha, no era la mía.

Tiempo perdido era el viaje,
mi destino la meta era.
¡ Cuánto paisaje perdido,
cuántas prisas por llegar !.

Buscando no  se qué siempre,
acelerador a fondo
buscaba tentar la suerte,
quizás robarte un segundo.
(quizás buscando la muerte)

Cuando te acercas al límite,
y resbalas en el borde
un segundo son cien años,
y cien años un segundo.

                

 Chronos, o Saturno (en la mitología romana) 


Siempre fuiste mi enemigo
nunca mostraste piedad,
unos Saturno te llaman
otros Chronos, me da igual.

Hijos de "Rea"  esperamos
nos atrapes sin piedad.
Muestras de ello tenemos,
muestras de ello nos das.

De tus manos me escurro
no me clavarás el diente,
el miedo te estoy perdiendo
ya sé..."no viviré siempre".

Ya no busco grandes cosas,
con las pequeñas me bastan.
Tengo todo el universo
dentro de mí, en mi palma.

Y cuando me des alcance,
tranquilamente y sin miedo,
como docto perro viejo...
"ya dejaré que me atrapes".

(Agustín Fernández Prada)
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