domingo, 21 de julio de 2013

CORELLA : GUERRA POR LOS TEJADOS.




Hace ya mucho tiempo que no me despierto con el cántico de las alondras o el piar de los gorriones; es el arrullo de las palomas que pasean por mi tejado, el que marca el comienzo del nuevo día. Ahuyentadas de las iglesias con poder de ahuyentar, poco a poco, metro a metro, tejado a tejado, imparables, avanzan por tierra de nadie con total impunidad.



El sol
joven y fuerte
ha vencido a la luna
que se aleja impotente 
del campo de batalla.

La luz vence tinieblas por campiñas lejanas,
el aire huele a pan nuevo,
el pueblo se despereza,
ha llegado la mañana.
(Nuevo día de Lole y Manuel)




Este nuevo día de Lole y Manuel tan poéticamente descrito y mejor cantado, nos describe el amanecer con terminología bélica, aludiendo a las campiñas lejanas como campo de batalla en el que la luna se retira impotente ante el avance imparable del sol.

Cuando me levanto con las primeras luces del día, subo a la terraza, respiro aire fresco y me quedo unos instantes para robarle al Moncayo un poco de la energía que parece desprender, suficiente para pasar el día y superar esas cosillas que aveces nos prepara.
Es entonces cuando observo el trajín por los tejados. Es entonces cuando percibo los imparables ejércitos de palomas, invadiendo cubiertas, balcones o terrazas que, tras una paciente y larga espera de días o quizás semanas, han podido constatar como abandonados o poco frecuentados.
Pacientes, constantes, numerosas, y seguras de sí mismas y de su seguro éxito, observan orgullosas cada mañana cómo van ganando la batalla aquí en Corella; "ellas son las que mandan", sabedoras de que se enfrentan a un enemigo débil, numeroso pero desunido, potente pero desordenado, apático y despistado,........."muy despistado". Al igual que algunos delincuentes, saben muy bien que tanto que tanto protocolo y tanta indecisión les beneficia.



Como en el Chicago de los años veinte, se disputan su territorio con cigüeñas y otros depredadores del patrimonio urbano de los humanos, llegando a un perfecto entendimiento en el que se reparten el pastel de nuestros tejados contando con la colaboración de organismos pseudo-oficiales y pseudo-ecologistas con quienes los políticos tienen demasiados miramientos por miedo al qué dirán, sin preocuparles demasiado qué piensa el paciente ciudadano que estóicamente soporta que se le caguen encima de forma figurativa y real.



¿Cuánto tenemos que aguantar? 
¡Quosque tanden abutere, Catilina, patientia nostra!
Vale, las cigüeñas están protegidas.
Vale, las palomas están protegidas.
¿Y nosotros?
Para los humanos, "la libertad del individuo acaba donde empieza la libertad de los demás".
Quizás os parezca que estoy exagerando, pero os voy a contar dos historias:



1ª Historia.
Hace ya unos años, para evitar el progresivo deterioro de la casa en la que vivían mis padres y en la que yo nací, solicitamos al M.I. licencia para colocar una malla en los arcos de la planta superior de este edificio protegido, ejemplo del barroco aragonés de la zona de la ribera. Finalidad: evitar el anidamiento de palomas, lechuzas, golondrinas,.... que estaban invadiendo la galería que domina sobre nuestra Plaza de los Fueros, llenando todo de "m" y devorando todo el bajo-cubierta. Se concedió la licencia y se colocó la malla.
Pasaron unos días y tomando un café en el crucero me comentan que hay una lechuza que se acerca todas las noches a la malla. Subimos a la galería y comprobamos que había quedado escondido un polluelo de lechuza que no habíamos visto cuando se procedió al cierre de los arcos. Avisamos al ayuntamiento con todas nuestras buenas intenciones y nos mandan "al experto". Llegamos y nos encontramos con el polluelo muerto. Nos dio mucha pena, pero la pena se convirtió en rabia cuando "el experto" nos advirtió de que nos podía denunciar por cerrar la galería en época de crías. Menos mal que no se por qué, se me había ocurrido pedir licencia para semejante obrón: "poner una malla".
Yo le dije al experto: no se si sabrá usted, pero esta casa, aunque le parezca mentira, también está protegida.


2ª Historia.
Hace unas semanas comenzamos en la calle Donantes de sangre la obra de una vivienda. Dos solares antes hay una obra parada con con una enorme grúa que llega hasta nuestro terreno y que se podía aprovechar para no tener que montar otra invadiendo calle y con unos gastos muy superiores. 
Cuando veo que están montando una grúa nueva le pregunto al constructor y me dice: la grúa grande ni tocarla, tiene tres nidos de cigüeña y es época de crías.








En la canción de Lole y Manuel la luna se alejaba impotente del campo de batalla. Pero todos los atardeceres coge fuerzas y planta cara al sol hasta la mañana siguiente.
Y NOSOTROS......¿NOS HEMOS RENDIDO?





Sirva el presente artículo para hacernos pensar a todos un poco sobre el tema, iniciar debate y si es posible poner sobre la mesa alguna solución. No obstante también hay palomas de la PAZ, sólo tenemos que saber buscarlas y


...........................................................ENCONTRARLAS.




                                                           QUE SEÁIS FELICES


domingo, 7 de julio de 2013

PLAZA DE LOS FUEROS: "Kiosko SÍ - Kiosko NO".















Hace ya unos años salió a concurso la urbanización de la Plaza de los Fueros de Corella. Por suerte para mí y no se si para los corellanos (para muchos ya sé que no), gané el concurso y me tocó hacer el proyecto.
Yo nací y viví gran parte de mi existencia en esta plaza, por lo que me pesaban bastante las decisiones a tomar. No sé si fue acertada o no, pero os puedo asegurar que fue meditada la decisión de quitar el kiosko. Por aquella época que hasta se creó una "coordinadora PRO QUIOSCO" que me perseguía e increpaba por la calle, eso sí, de forma educada y moderada.
El quiosco de la Plaza de los Fueros de Corella tenía una peculariedad. No tenía mayor valor artístico ni arquitectónico y con el tiempo tampoco lo tendría funcional, ya que la banda del "maestro Marcilla" tenía que tocar a pié de calle en los últimos tiempos por no caber en el interior de su perímetro octogonal. Además, a pesar de no tener unas dimensiones excesivas, se apoderaba espacialmente de toda la plaza. Sin embargo, sí que tenía éste un gran valor sentimental que pesaba sobre tonos nosotros: ¿dónde se darían las revueltillas de San Antón?.
Así que, con mayor o menor acierto decidí plantear el proyecto sin quiosco, eso sí, con la intención y la esperanza de que fuese una plaza peatonal.