Como el agua incipiente de dos jóvenes arroyos que
tras la tormenta nacen en la cumbre,
y se buscan sin saberlo,
y se deslizan entre las rocas
sorteando sus primeros obstáculos
acariciando la hierba de las orillas,
precipitándose ansiosos a lo desconocido.
Como el agua gélida de los dos arroyos hechos uno
ardiente de vitalidad,
que tras un intenso y breve curso,
descansan en el remanso de un ibón.
¡Ahora sí reflejas el cielo!
¡Ahora sí les sirves les sirves de espejo a las aves!.
Como aquella agua atrapada por el implacable invierno,
inmóvil, gélida, dura como la roca, pero fértil.
De ti nacerán fuentes, nuevos arroyos,
quizas ríos.
Como los ríos del poeta que van a dar a la mar
y nos dice "que es el morir".
¿Así somos nosotros?
¿Muere el río en el mar, o vuelve a nacer una vida nueva?
Que fue de aquellos diminutos arroyos
que nacieron de una tormenta en lo más alto.
Impacientes se buscaban
hasta que,
un surco en el camino les hizo uno.
Y que fue de aquel amor que se congeló en el ibón
para que nacieran fuentes, arroyos y ríos.
¡Me niego a enterrarlos en el mar!
El pequeño arroyo no murió.
Como no murió aquel amor en las gélidas alturas.
¿O es que todo lo que se transforma muere?
No hay nada que se castigue más en la naturaleza,
como la resistencia al cambio.
¡Hombres de poca fe!
¿Por qué dudáis?
Ni siquiera necesito fe para saber
que mis padres no murieron.
¿Cómo van a estar muertos si, todavía les veo
todos los días, en la ventana de casa
cuando miro desde el crucero?.
Como van a estar muertos
si todavía les siento dentro de cada pensamiento,
en cada indecisión,
en cada alegría,
en cada momento,
Como van a estar muertos
si todavía les siento dentro de cada pensamiento,
en cada indecisión,
en cada alegría,
en cada momento,
Hombres de poca fe. ¿Por qué dudáis?.
Acaso cuando llueve, no sois capaces de reconocer
en esa gota de agua, aquel arroyo que
nacido en la cumbre ,
soñaba con encontrar a su amor,
fundirse con él y
fundirse con él y
durmiendo en lo alto esperar la primavera.
Acaso cuando degustas un buen vino,
no percibes en él las aguas filtradas del río
que nació en aquel ibón,
que tuvo una ajetreada juventud por los rápidos
hasta que en su madurez,
pasó por la ribera
para alimentar nuestros viñedos.
¡Hombres de poca fe!
Acaso no sois capaces de ver en esta gota
al arroyo, al ibón y a la vid,
a tus padres,
a tus hijos.
Acaso no veis en esta gota
el sol,
el mar
y las estrellas.
¿Acaso no te reconoces a ti?.
Agustín Fernández Prada
Acaso cuando degustas un buen vino,
no percibes en él las aguas filtradas del río
que nació en aquel ibón,
que tuvo una ajetreada juventud por los rápidos
hasta que en su madurez,
pasó por la ribera
para alimentar nuestros viñedos.
¡Hombres de poca fe!
Acaso no sois capaces de ver en esta gota
al arroyo, al ibón y a la vid,
a tus padres,
a tus hijos.
Acaso no veis en esta gota
el sol,
el mar
y las estrellas.
¿Acaso no te reconoces a ti?.
Agustín Fernández Prada